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La historia de los carros se remonta a los asirios y egipcios que fueron quizás los primeros en fijar las ruedas a un eje y en apoyar sobre éste una caja, algo muy rudimentario y sin amortiguación. Los romanos perfeccionaron el carro, que ya tenía eje de metal y bujes en las ruedas, construyendo posteriormente un vehículo de cuatro ruedas. Un gran adelanto se produce en el siglo XVI en la ciudad húngara de Kotze, cuando se aíslan el tren trasero del delantero y haciendo éste giratorio por medio de un perno central. La caja se independiza de los ejes y ruedas y se suspende sobre correas de cuero denominadas sopandas . De la deformación del nombre de la ciudad de Kotze deriva la palabra coche , usada hasta nuestros días. En América del Sur el uso de carruajes estuvo prohibido por el rey de España, Felipe II, aparentemente para contener el lujo desmedido de los funcionarios (1577). Los primeros carruajes fueron introducidos en Lima y luego aparecieron excepciones, y los vehículos fueron usados por virreyes, arzobispos y otros altos funcionarios. El primer carruaje que circuló por Buenos Aires fue una calesa o volantín de varas que usó el gobernador Bruno Mauricio de Zabala en 1717, debido a que no podía montar por la pérdida de su brazo derecho durante una guerra. Hay documentos que indican, sin embargo, el uso de vehículos de tracción a sangre antes de esa fecha en Córdoba y Tucumán. Si bien los coches eran importados, en nuestro país se fabricaban carros, carretas y galeras.